Cuaderno de tesis

Por dónde empezar: diseñando la propuesta

Posted by Marita Grillo en 08/12/2009

Buena parte de los textos que escribimos para un trabajo académico corresponde a material de uso interno que no verá jamás la luz: fichas, esquemas previos, índices tentativos, cartas, borradores varios (de entrevistas, de encuestas, de capítulos), pero son materiales vitales en tanto nos ayudan a organizar lo que haremos público después.

A veces, son cronologías, útiles para saber cómo ubicar una cadena de acontecimientos; otras son fichas de resúmenes de libros y artículos, fichas de citas, fichas de asientos o registros de los datos vitales del material. Las transcripciones completas de entrevistas, por ejemplo, suelen ir a los anexos de un trabajo final o de una tesis, pero no no son material de lectura completa, pues su función es la de proveer contexto a algún fragmento que hemos usado en el cuerpo del trabajo.
Muchos de esos materiales, aunque hayamos trabajado mucho en ellos, no merecen un lugar en los anexos. Son parte de la obtención de la información, de la selección de la información y de la generación de nueva información.

La propuesta de trabajo final de grado o posgrado comparte algunas características de esos materiales.
Por una parte, representa un «contrato»: entre ustedes y su director, entre ustedes y la institución (Orna y Stevens, 2004).
Por otra parte, es una «hoja de ruta»: dice adónde se propone llegar el maestrando o el doctorando. Nos obliga a poner en palabras intuiciones, conjeturas, ideas. Nos obliga a ponerlas de un cierto modo, organizadas por campos, de manera que hay algunas preguntas que el mismo documento nos hace.

Enumero algunos campos del formulario para ilustrar con ejemplos:
Título: escribimos en él una oración de sujeto, verbo, objeto y circunstancias, antes que una mera enunciación del tema. Un título, antes que un rótulo. Por ejemplo: «Municipios on-line: la nueva polis del tercer milenio», no meramente «Municipios on-line» (Grillo, 2004: 68-76).
Problema de investigación: no todo objeto es un problema de estudio o área pertinente para un proyecto. Convertirlo en objeto significa hacernos preguntas sobre él, describir el escenario o contexto en que ese objeto aparece como tal (cuál es su diferencia, cómo lo individualizamos en su campo, cuáles son sus propiedades distintivas), su recorrido histórico, si es el caso.
Objetivos: todos los objetivos (principal y secundarios) se expresan en forma de verbos que enuncian acciones que nosotros queremos cumplir. Cuáles son los resultados esperados al final del proceso.
Hipótesis: hay libros enteros dedicados a las hipótesis. Nos basta, por ahora, con pensar cuáles son nuestras conjeturas sobre el objeto, qué preguntas querríamos contestar sobre él, cómo pensamos que funciona nuestro objeto en relación con otros. Seguramente habrá ajustes durante el proceso, pero no los percibiríamos si no tuviéramos en nuestro horizonte una idea previa.
Metodología: decimos cómo haremos lo que decimos que vamos a hacer. Hay mucha bibliografía sobre esto. Acotamos el objeto en un campo (por ej., un período), y describimos los métodos (cualitativos, cuantitativos, el corpus de elementos críticos seleccionados para ese objeto, etc.).
Marco teórico: en el posgrado, conviene integrar. Tanto en la metodología como en el marco teórico, hay que lograr que nuestros saberes disciplinarios previos (la carrera de grado y otros posgrados que cursamos, nuestro conocimiento profesional) se sumen a la teoría que incorporemos durante el posgrado.
Hay inscripciones teóricas muy claras, cuando nos afiliamos en un paradigma, en el desarrollo de un autor o de una corriente. Sin embargo, es más habitual integrar miradas, conceptos, herramientas, y construir un marco más complejo a partir de lo que sabemos y aprendimos. Muchas veces es el objeto mismo el que nos propone un marco teórico más apropiado para sacarle más partido al objeto.
Bibliografía: apenas empezamos a recorrer el camino, pero debemos saber cuáles son los autores que nos pueden dar material para un buen estado de la cuestión o estado del arte, que es la descripción lo que se ha hecho antes sobre esto. Unos libros nos llevarán a otros…

Les propongo algunas preguntas que podemos plantearnos para ir pensando en el borrador de la propuesta; se las envié a una maestranda:
¿A qué tema me dedicaré?
¿A qué sector industrial/comercial/de servicios corresponde?
¿En qué área temática me concentraré? (comunicación interna, por ej.)
¿Qué quiero hacer con este cruce entre empresa, sector y área de la comunicación?
¿Cuánto sé sobre el tema?
¿Cuánto más quiero saber sobre él?
¿Cuál es el estado de situación sobre mi objeto o el punto de partida?
¿Cuáles son los aportes que supongo que ofreceré al final de mi trabajo?
¿Cómo pienso llegar a esos aportes?

Unas respuestas nos llevarán a más preguntas, porque el trabajo no es un informe sobre lo que ya sabemos, sino un acta que registra lo que hemos querido saber y cómo lo hemos conseguido.

Referencias:
María Grillo (2004). Los textos informativos. Guía de escritura y estilo. Buenos Aires, La Crujía.
Elizabeth Orna y Graham Stevens (2004). Cómo usar la información en trabajos de investigación. Barcelona, Gedisa.

3 respuestas to “Por dónde empezar: diseñando la propuesta”

  1. patricia nigro said

    Te felicito, Marita, está quedando bárbaro y de paso te hago una pregunta. El brief ¿es lo mismo que el abstract? Parece que no.

    • Marita Grillo said

      Gracias, Patricia.
      Pienso en el brief que realizan maestrandos y doctorandos en nuestra facultad como una especie de abstract desplegado, al indicar los campos o aspectos que han de responderse.
      El brief es contrato, en primer lugar: el alumno de posgrado hace una propuesta y, de ser aprobada, es compromiso mutuo entre alumno y su director, de concretarla y de orientar, respectivamente.
      En segundo lugar, es como un documento para trabajar, más que el resultado de haber trabajado y de haber producido un texto.
      El abstract o resumen, como vos sabés bien por tu intensa actividad en congresos y en publicaciones, encabeza, tras el título, la publicación misma o la ponencia.
      Si bien muchas veces lo escribimos antes de elaborar la ponencia que presentaremos en un congreso, más bien es posterior a él en el sentido de que lo resume o reformula abreviadamente.
      Me parece que el resumen tiene una función pública de la que carece el brief: los abstracts se indizan, se colocan en bases de datos para que consultemos antes de leer un trabajo extenso y para que evaluemos su utilidad.
      Sería muy bueno que en los trabajos finales, así como en las tesis de doctorado, haya un resumen o abstract antecediéndolo. En ese caso, entonces, no sería necesario el brief.

  2. patricia said

    Sos una ídola. Lo entendí mucho mejor. Gracias.

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